Estrategias exitosas para instalar una cámara oculta en el lugar de trabajo
A medida que se desarrollan más dispositivos de vigilancia, como teléfonos o grabadoras de vídeo, pulseras, microchips y sensores inalámbricos que miden las ondas cerebrales de los empleados, la percepción de los dispositivos de vigilancia cambia cada día.
Dependiendo del tipo de vigilancia que se realice, la complejidad asociada a las cámaras de seguridad y a las grabaciones debe manejarse con extremo cuidado.
Cada día entran en el mercado dispositivos más complejos y con capacidades más elaboradas que ayudan a mejorar las cuestiones que giran en torno a la actitud de los empleados, concretamente en torno a la percepción de la equidad en el lugar de trabajo.
Sería ingenuo creer que las empresas no invierten en cámaras de seguridad para los entornos de trabajo y que es únicamente tarea de los empleados ocuparse estrictamente de lo que surja de este proceso de vigilancia.
Niveles de comodidad de los empleados con respecto a la supervisión
La mayoría de los empleados consideran inaceptable que se les vigile durante sus actividades personales, no relacionadas con el trabajo. Por eso, los factores contextuales son importantes para saber cómo reaccionarán los empleados a la supervisión, sobre todo en trabajos muy complejos que requieren mucha creatividad y autonomía.
Cuando alguien tiene un trabajo flexible, espera que la organización le conceda discreción para realizar su trabajo. Algunas de estas personas verán la supervisión como un obstáculo para su capacidad de hacer su trabajo. Perciben menos autonomía en sus operaciones diarias.
Pero para los que tienen trabajos de baja complejidad, como el de cajero, la supervisión tiene el efecto contrario en ellos porque es más probable que sientan que les ayuda a rendir mejor. La supervisión sólo exhala problemas con los empleados cuando sienten que se interpone en su trabajo.
Los dispositivos de vigilancia más invasivos son los que los empresarios instalan debajo de los escritorios de los empleados y que detectan el calor corporal para ayudar a saber cuánto tiempo están los empleados fuera de sus escritorios. Aunque no toda la vigilancia es igual, y no todas las personas responden de forma similar a ella.
A lo sumo, todos los empresarios deberían intentar mantener un sano equilibrio entre aprovechar las ventajas de la nueva tecnología de los chips y respetar los límites de sus empleados.
5 estrategias para instalar cámaras en un entorno de trabajo
Aunque también se ha establecido que ninguna empresa o negocio frenará el uso de dispositivos de vigilancia que piensen que mejorarán las operaciones comerciales, es mejor seguir los pasos que se indican a continuación para montar con éxito una cámara en su entorno empresarial.
Escoge el mejor punto oculto: Asegúrate de colocar la cámara frente a la línea de visión directa. Presta atención al lugar en el que es probable que se produzca la mayor parte del comportamiento que va a vigilar cuando esté casi instalada.
Vigila la calidad del sonido: Si el sonido es una prioridad para tu monitorización, tienes que situar tu cámara fuera de cualquier lugar ruidoso para no ahogar la voz del orador.
Fuente de alimentación externa: La mayoría de las cámaras ocultas modernas funcionan con pilas, pero si es necesario, asegúrese de colocar la cámara cerca de su fuente de alimentación. Esto implica que el enchufe y los cables de la cámara también deben estar ocultos.
Conecta tu cámara en red: Conectar tu cámara a una red inalámbrica segura, si es posible, te ayudará a acceder fácilmente al vídeo transmitido en cualquier lugar.
Protege el ojo de la cámara: No dejes que el ojo de la cámara llame la atención en función del lugar que esté vigilando. Asegúrese de proteger la cámara (cámaras de vigilancia ocultas y de exterior) de las inclemencias del tiempo para evitar daños.
Estas variables marcan la diferencia en una situación realmente crítica y de posible histeria para los empleados, y la instalación de cámaras o dispositivos de vigilancia en un entorno de trabajo de forma errónea puede destruir la santidad total de las operaciones de la empresa y, posiblemente, provocar tiempos de inactividad.
